miércoles, 11 de junio de 2014

El hombre sin rostro




El hombre sin rostro, Luis Manuel Ruiz. Salto de Página. 224 páginas. 16,90 euros. 2014.
 

Según la contracubierta de la novela El hombre sin rostro, el protagonista del libro es el profesor Salomón Fo, una mente brillante al servicio, hace años, de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del Reino de la España de 1908. Pero basta leer la obra para percatarnos de que la verdadera depositaria de semejante galardón es su hija; sin lugar a dudas, el personaje más importante y original de toda la trama: una mujer que rompe con las convenciones sociales de la época, que gana para la feminidad distintos espacios reservados a los hombres (cuadriláteros de boxeo, carreras de automóviles), de carácter independiente, razonador e imaginativo y espíritu curioso. Sobre sus hombros cae la responsabilidad –libremente aceptada– de proteger la vida de su padre y del elenco de científicos asociados al misterioso proyecto Anfitrión, financiado por el Ejército y la Policía para defender al reino de las amenazas internas (revueltas anarquistas) y externas (Guerra de Marruecos) que puedan socavarlo. Y ahora sí, tras el –justo– intercambio de galones, podemos empezar a analizar el libro.

El hombre sin rostro es una estupenda novela de humor, aventuras e intriga que saciará las expectativas de los amantes de dichos géneros. Se trata de un cóctel donde se mezclan historias clásicas de detectives (Las memorias de Sherlock Holmes), guiños a películas de misterio (Un cadáver a los postres, El secreto de la pirámide) o a dibujos animados (Los autos locos, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?), y obras fundacionales de la ciencia-ficción (El hombre invisible, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?).

La estructura del libro no se aparta un punto del canon: tras el asesinato inicial de Ernesto Silva (director del Museo de Historia Natural de Madrid), un joven reportero del heraldo El Planeta (Elías Arce) intenta resolver el enigma que encierra esta muerte, a la que sigue la de Enrique Saldaña, director del Comité Científico del Reino. En sus pesquisas, Arce encuentra en la figura de Salomón Fo la clave de un programa de exterminio. Una vez analizado el nexo que une a las víctimas (su colaboración con el proyecto Anfitrión), el periodista y la hija del científico, pese a sus desavenencias, se alían para contactar con el resto de profesores a fin de prevenirles y proporcionarles seguridad. Lista en mano, los personajes emprenden una alocada carrera contrarreloj que los lleva por los barrios de Madrid, Barcelona y Pontevedra.

El libro destaca por su ambientación. Luis Manuel Ruiz ha realizado un encomiable ejercicio de documentación histórica sobre el mapa y los usos de la corte a principios del siglo pasado. Lo mismo que el Galdós de los Episodios Nacionales, revive el pulso de un Madrid bipolar donde el progreso –acotado entre Embajadores y Recoletos, y reflejado en lujosos palacios, en el asfaltado de calles, en la iluminación eléctrica o en la instalación de tranvías– convive con la miseria del extrarradio urbano –localizado en Legazpi, un barrizal lleno de escombros, roedores y fábricas–.



Foto de Raúl Doblado

Otro aspecto destacable del libro es la voz narradora. La ironía, el humor, la mirada sarcástica sobre los personajes dotan a la novela de pasajes realmente divertidos. Luis Manuel Ruiz es un narrador de raza, que maneja los tiempos, el ritmo y la retórica con inteligencia.

El hombre sin rostro supone un homenaje a muchos referentes literarios y cinematográficos de la infancia y de la adolescencia. No faltan ni las tormentas, ni los apagones, ni los mayordomos, ni las miradas de recelo que se lanzan entre sí los desconfiados personajes. Pese a estos guiños, la imaginación de Luis Manuel Ruiz (al contrario que la de su reportero, Elías Arce, que “más parecía un filete de bacalao, por lo tieso y árido”) reportará a los lectores varias horas de grato –y necesario– entretenimiento.

(Esta reseña ha sido publicada por micro-revista. Tenéis el enlace aquí.)

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